miércoles, 17 de septiembre de 2014

Formosa la verde

Clorinda
El panorama antes de llegar era bastante preocupante, muchas zonas bajo el agua, barrios enteros donde sólo se veían techos y campos donde se veía ganado asomando sólo la cabeza fuera del agua. Las lluvias que causaron la crecida del Paraná mientras estábamos en Iguazú junto con una crecida del río Paraguay ocasionaron serios problemas en la zona, tal como pudimos ver cuando llegamos al polideportivo municipal de Clorinda, único lugar donde nos dieron esperanzas de poder armar la carpa, sino, iba a tener que ser en el camino. Alrededor del predio se habían improvisado unos toldos donde se alojaban algunas familias evacuadas, tan sólo a 200 metros del lugar un barrio entero estaba inundado.

Inundación en Formosa
Habíamos preguntado en una estación de servicio y nos dijeron que no había camping, pero que preguntáramos en el polideportivo, que quizás nos dieran lugar allí. Era un predio bastante grande al aire libre y con electricidad y baños que podríamos usar, así que sonaba como una buena idea. Llegamos y el sereno del lugar nos dijo que él no tenía problemas, pero que necesitaba una autorización de la municipalidad para permitirnos entrar... ¿tanta formalidad para una carpa una noche? Bueno, al fin y al cabo estaban haciendo las cosas de acuerdo a las reglas, me dijo que fuera a la municipalidad a hablar con el señor Yanomeacuerdoelnombre o con otro que trabajaba con él. Eran las 7 de la tarde, nos miramos con Aye sabiendo que no íbamos a encontrar a nadie en la municipalidad, pero el sereno insistió y nos indicó cómo llegar. Allí fuimos y sí, encontramos justo a las últimas dos personas del municipio que estaban hasta esa hora y se estaban yendo. Explicamos nuestra situación, que estábamos de paso, que se hizo de noche y que sólo queríamos armar la carpa en algún lugar del pueblo, y con toda naturalidad nos dijeron que no había problema, pero que necesitábamos el permiso firmado por el intendente o, en su defecto su secretaria. ¿¡Tanto?! Ya me empezaba a sentir importante. Burocrático resultó el municipio de Clorinda, sí, pero también expeditivo, estas dos personas empezaron a llamar por teléfono y unos 10 minutos mas tarde llegaba la secretaria del intendente y nos hacía una nota con sello y firma oficial otorgándonos el permiso de uso de las instalaciones del polideportivo, ¿que tal? Aye estaba indignada por el quilombo que tuvimos que hacer, pero yo estaba entre asombrado, divertido y honrado por la nota que llevaba en mi poder: los estratos más altos del poder de la ciudad me habían dado un permiso a mí con nombre y apellido :) .

Pajarillo en Clorinda

La noche fue fresca pero sin demasiadas novedades, lo único que empezaba a preocuparnos era nuestro colchón inflable, que ya no llegaba a durar toda la noche inflado y se estaba tornando un poco molesto. Al llegar a Formosa lo parcharíamos, pensamos.


Formosa
Necesitaba aceite y lubricante de cadena para la moto, y Formosa era la única ciudad grande donde pensaba conseguirlos. Pero antes de salir, Clorinda me tapó la boca porque allí conseguí el aceite y el lubricante que necesitaba y a buen precio, pero lo que no conseguí fueron bujías. Ésto era primordial porque la moto estaba empezando a andar mal y mi diagnóstico era que el problema eran las bujías. No se las veía empastadas ni mal quemadas, pero eran viejas, dos de ellas de cuando compré la moto casi 3 años atrás, y podían estar en corto. Así que al llegar a Formosa una de las cosas principales a hacer era encontrar un mecánico para hacer el cambio de aceite y revisar la moto en general, porque no estaba seguro del tema de las bujías.

WTF?? Esto era en serio
Llegamos y no encontramos ningún hostel, los hospedajes estaban mas o menos al precio de los hoteles, unos $300 la noche y casi ninguno tenía estacionamiento. Nos decidimos por un hotel que resultó muy bueno, y por fin despues de algunas semanas dormíamos en una cama (sin menospreciar a nuestro colchón que 4 meses de infle y desinfle se había aguantado). Antes de terminar el día salí en busca de las bujías y el filtro de aceite para la moto, y no sólo conseguí repuestos japoneses (que bien los pagué) sino que la gente del negocio de motos me puso en contacto con Carlos, un mecánico conocido de ellos. Venite mañana a las 8, dijo Carlos.



Carlos el mecánico estrella de Formosa
Temprano salí para el taller y lo encontré levantando la persiana. En seguida me midió, me preguntó si me animaba a ir desarmando la moto, y claro yo le dije que por supuesto, de hecho ya estaba con el destornillador en la mano a por sacar las cachas. Resulta que hay mucha gente, me contaba, que viaja en moto pero no le gusta ensuciarse las manos, lo cual es totalmente válido, pero él, como viajero que era, prefería la gente que al menos intentaba arreglárselas sólo. Lo de la moto resultó ser una pavada, el combustible que le cargué en Paraguay era una porquería y había ensuciado uno de los carburadores, con lo cual abrir una pequeña válvula de purga fue la solución. Despues cambiamos el aceite y a eso de las 10 de la mañana se ofreció a que vayamos a buscar a Ayelén al hotel, que ya había tenido que desocupar la habitación y me estaba esperando en el hall con las valijas y mochilas. Un genio este tipo. Para el mediodía ya habíamos terminado con la moto y nos llevó a comer a una rotisería de un amigo de él (conocía a todo Formosa) que también tenía una disco ahí al lado a la cual nos invitaron a conocer esa misma noche, aunque al final no fuimos en parte por el cansancio y en parte porque hace mil años que no voy a un boliche y no es porque no pueda sino porque ya la cumbia y la marcha al palo durante 3 o 4 horas no me van hace rato.

Por la costanera, detrás de Carlos
Pero no fue esa la despedida con Carlos, fuimos a recorrer la costanera de la ciudad, hermosa y enorme (donde también pudimos ver la crecida del río) Y hasta nos consiguió un alojamiento bastante económico cerca del centro. Pero el camping era mas barato así es que nos decidimos por volver a la carpa, había que cuidar el bolsillo. Esa noche fuimos a tomar unas cervezas y fue la última vez que vimos a Carlos, quisimos ubicarlo un par de días después cuando dejábamos la ciudad pero no lo encontramos.

Un gustito de vez en cuando
Al final, lo que iba a ser una parada de un día para revisar la moto se transformó en 4 días en los cuales vimos un partido de la selección Argentina en el mundial, en pantalla gigante en la plaza central de la ciudad, y paseamos un poco más por esta linda ciudad ribereña. La noche antes de salir Aye saltaba de alegría cuando pudo conseguir en una tienda el mismísimo colchón que teníamos, ya que al anterior no le encontrábamos el pinchazo y ya duraba inflado poco mas de 3 horas. Colchón nuevo, bujías nuevas, cubiertas nuevas. Ahora quedaba volver al oeste, hacia Salta.



La interminable ruta 81
Si se fijan en un mapa van a ver una linea recta que cruza toda la provincia de Formosa hasta su límite con Salta. Es la ruta 81, camino aburrido como pocos, sin mas paisaje que una llanura parecida a la que se ve en las rutas bonaerenses, aunque por momentos un poco mas selvática, en la cual son pocas y muy pequeñas las localidades que uno encuentra. Me habían aconsejado que cargue combustible sólo en Ibarreta y luego en Juarez, que en las otras localidades sólo habían estaciones de servicio de bandera blanca y era una porquería lo que te vendían. No hice caso, fui directamente a Las Lomitas, saltándome Ibarreta, porque en mi mapa aparecía como una ciudad mas o menos grande y me imaginé que iba a haber una YPF, o en su defecto alguna Esso o Shell. No, tenían razón, sólo estaciones de servicio marca patito, y no quedó otra que cargar allí. Por suerte no volvió a pasar lo que al salir de Paraguay. Para cuando llegamos a Juarez ya estaba cayendo la noche así que nuevamente acampamos en una estación de servicio, como siempre nos amigamos con un par de perros de la calle y antes de acostarnos nos pudimos duchar en un alojamiento cercano donde nos habilitaron los baños por unos 10 pesos o algo así. Todavía quedaba un buen tramo hasta Salta, nuestra siguiente meta.

¿Malos augurios?

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