De La Plata a Piedrabuena
La Plata
Tuvimos que salir tarde porque el cielo amenazaba con lluvia. El tiempo pasaba y las ansias de arrancar de una buena vez contrastaban con la idea de hacerlo bajo el agua, así que hubo que esperar hasta que, cerca del mediodía, cargados de coraje y decididos a no retrasar mas el viaje, cargamos la moto por primera vez y salimos a la ruta.
Los primeros 100 Km. estuvieron bien, con el cielo cubierto pero con buena temperatura íbamos por la ruta 36 con rumbo a Costa del Este pero teniendo como primera parada, para cargar combustible, Pipinas.
Partimos sin las camperas puestas pero ya antes de llegar a la primera parada técnica nos detuvimos a mirar el horizonte que nos esperaba, una pared de nubes negras y la ruta que iba directo al corazón de la tormenta. Llegamos a Pipinas, cargamos nafta y, si bien lo pensamos un poco, no podíamos achicarnos a 100 Km. de haber salido, así que compramos unas bolsas de consorcio, cubrimos las mochilas que iban sobre las maletas laterales, y allá fuimos derecho hacia el agua, que por suerte no duró mucho pero alcanzó para empaparnos. El sol y el aire cálido (ese que no iba a abundar de ahí en adelante) después de la tormenta se encargaron de secarnos antes de nuestra próxima parada, Costa del Este.
Costa del Este
Mi hermano vive en Costa desde hace un tiempo y la decisión de pasar por ahí fue casi de ultimo minuto. En realidad no habían muchas razones para pasar por ahí pero servía como prueba para la moto, yo conocía la ruta e inclusive ya la habíamos hecho con Ayelén, pero nunca cargados así como íbamos, así que ademas de pasar a saludarlos, íbamos a ver qué tal el viaje.
Sin mayores novedades llegamos y nos recibieron Zulma y José, suegros de mi hermano, y un rato después aparecieron Pablo y Rita, así que tuvimos un buen rato para ponernos al día y contarles sobre este breve primer tramo que habíamos hecho. A la noche aprovechamos que mi prima estaba en esos pagos también y entra pizzas caseras y cervezas, devuelta a contar todo, pero ésta vez sin tanto énfasis y emoción porque el cansancio y el alcohol nos empujaron a la cama temprano.
A Mar del Plata, después del chaparrón |
Cerca de las 10 de la mañana nos despedimos y salimos rumbo a Mar del Plata bajo un cielo que prometía agua, y que no tardaría en cumplir su promesa. Cargando nafta en Mar de ajó se apuró a empaparnos y tuvimos que esperar una hora hasta que pudimos salir de nuevo. Parecía una broma, en todas direcciones se veía el cielo despejado, pero arriba nuestro una nube. No perdimos mas tiempo y salimos, y sí, nuevamente un chaparrón con un poco mas de viento nos iba a castigar en el camino, pero lo íbamos a dejar atrás bastante rápido. Por suerte la lluvia duró poco y al llegar a Mar del Plata ya estábamos nuevamente en condiciones (mas o menos) presentables.
Mar del Plata
Llevaba mas de 20 años sin ver a mi a padrino, el "Tio Bigotes", quien de un tiempo a esta parte había puesto mucho empeño en volver a encontrarse conmigo y mi familia, lamentablemente sin muchos resultados. Ésta vez ya habíamos estado haciendo los arreglos para encontrarnos en su departamento donde estaba pasando unos días de vacaciones junto a Vivi, su mujer, y su suegro, pero como yo tenía todavía que atender unas cosas del trabajo, pasamos primero por lo de Matias, amigo de los buenos y colega, para poder conectarme a internet desde su casa. Resuelto ese asunto, y luego de cruzar unas palabras y recibir concejos sobre lugares a visitar en el camino, sobre todo en Perú, por parte del padre de Mati, fuimos al esperado encuentro con mi tío.
Alegre, charlatán, con mil historias interrumpidas por chistes, así lo encontré al Tío Bigotes. Físicamente estaba igual que como lo recordaba, bueno, con 20 años mas encima, pero era él. Fueron 3 días en su departamento, entre que recorrimos un poco, me hice algún tiempo para trabajar y resolvimos el primer inconveniente del viaje: se trabó el tambor de contacto de la moto, osea que no arrancaba. Lo bueno de todo esto, como de los (pocos) problemas que se sucederían mas adelante, es que aprendí mas de la moto, de cada parte y de sus detalles y, puntualmente en este caso, a como usar la moto sin necesitar la llave.
Fallamos en encontrar un bidón de combustible (tenía miedo de las distancias que nos esperaban mas al sur) y también en sacarnos una foto con mi querido tío y con Vivi. Soy medio pavo para esas cosas a veces, no me doy cuenta y pasa el momento y no me queda ni una foto de algunos momentos. En fin, hablando después por mensajes nos prometimos un re-reencuentro en Cochabamba donde nos íbamos a sacar la foto. Próximo destino, Bahía Blanca.
Bahía Blanca
De un viaje anterior me había quedado la idea de un hostel en esta ciudad, hasta donde sé el único que hay, así que cuando estabamos ya cerca del centro rumbeamos hacia allá. Cerca de la entrada, todos de negro, metaleros de pura cepa estaban aglutinados en la puerta del hostel que también funcionaba como bar, y es que esa noche tocaba Tren Loco justo al lado.
Una cosa buena de este lugar es que tiene cochera, y por $30 podíamos dejar la moto toda la noche, hasta acá todo bien. El asunto fue que cuando entré la moto al garage, los de Tren Loco y sus secuaces estaban escabiando a dos pasos de la moto e iban a hacer un asado. Y todo bien, pero yo sé cómo se pueden poner algunos después de unos cuantos fernet/vinos/birras, y no quería que mi moto sufriera consecuencia alguno, al menos no recién empezando el viaje. Nos fuimos a buscar otra cochera y terminamos encontrando un hotel que nos dejaba entrar la moto y costaba lo mismo que el hostel + cochera, por lo que volvimos a buscar nuestras cosas al hostel sólo para encontrarnos con que efectivamente, los de Tren Loco ya habían perdido la llave de la cochera, con que había cualquier persona entrando y saliendo y con acceso al espacio donde nuestras cosas estaban, y con la mala onda de la gente que, habiendo visto estas cosas, no nos quisieron devolver el dinero.
Una noche para el olvido.
Las Grutas
No hay mucho para contar, salvo que fue la primera noche de camping. Sucedió, como pasa tantas veces, y como nos pasó al cargar la moto por primera vez, que la improvisación se volvió la norma y hasta el día de hoy seguimos organizando las cosas de (casi) la misma manera dentro de la carpa. Primera compra en La Anónima, caminata por la singular geografía de la costa grutense, sanguches de salame y a dormir.
Puerto Madryn
Segunda estadía obligada de un par de días por mi trabajo, y primer intento de hacerlo desde un camping. Fracaso absoluto. La conexión Wi-Fi era mala y la señal de teléfono también, por lo que no podía utilizar ninguna para trabajar. Después de intentar en un par de lugares, terminé en el "safe heaven" de una YPF mientras Aye se iba a caminar la playa un rato y sacar fotos de sus amadas aves, pajarracos y avechuchos. Pero la incomodidad de la situación nos hizo movernos al hostel Jiuliana, y la verdad fue una buena decisión, no es el más económico de la ciudad, pero sin duda es muy bueno en instalaciones pero más aún en atención. Nos contaba Manuel que su lema era que la gente se sintiese como en su casa, y verdaderamente fue así, sobretodo, creo, porque había muy poca gente en el lugar y disponíamos de calma y espacio.
Antes de irnos obviamente teníamos que pasar por la península de Valdez, y el encanto se sentía ya a mitad de camino a la entrada. Por primera vez en el camino veíamos guanacos y choiques, de esos que después nos íbamos a cansar de ver e incluso de esquivar en la ruta, pero en ese momento era todo emoción y parar a sacarles fotos, y el inútil intento de acercarse. Seguimos adelante. La lobería de Punta Pirámide, Puerto Pirámide, y el coraje de meterse al agua helada en los piletones que se abren bordeando la costa hacia la izquierda del poblado. No era época de ballenas, así que fue un gran pendiente, una razón para volver.
Camino de regreso la moto empezó a levantar temperatura y tomé conciencia de un ritual que seguimos repitiendo mas o menos cada 1000 Km., completar el aceite que el motor consume. Pero de eso vamos a hablar mas adelante.
Al partir pudimos finalmente concretar la misión comenzada en Mar del Plata de conseguir un bidón de combustible, que para ser sinceros no hemos usado en demasía, pero sí nos salvó ya tres veces, saliendo de Ushuaia, llegando a El Chalten y en Tafí del Valle. Chau Puerto Madryn!
Comodoro Rivadavia / Rada Tilly
Aye tirando facha en Comodoro |
Otra vez un flashback al pasado remoto. 26 años atrás había dejado la ciudad de Comodoro Rivadavia para sentar cabeza en Neuquen, pero por supuesto esto no fue decisión mía ya que tenía apenas 6 años y estaba recién comenzando la escuela primaria. Y aunque mi memoria no es buena, me quedaban ciertas imágenes de esas épocas, el jardín de infantes, la escuela N°1, el departamento donde viví, la peluquería de al lado. No estuvimos mas de una hora dando vueltas, pero alcanzó para revivir esa niñez de viento y de mar, para ver lo cambiado de algunos lugares y como otros siguen exactamente igual. Ejemplo de esto es la peluquería en la galería San Martín, donde me cortaban el pelo cuando chico, que esta exactamente igual, fue muy raro y me llevó a un pensamiento recurrente que es cómo puede alguien mantener una rutina durante tantos años... pero de eso no estamos hablando ahora.
Había que buscar lugar para acampar y nos recomendaron Rada Tilly y su camping municipal. Lo curioso de este lugar fue el primer encuentro con una pareja de ingleses, los dos viajando en una moto como nosotros solo que en vez de ser una Transalp '89, era una BMW GS1200 modelo 2013... pfff, no entienden nada de motos estos piratas. Llegaron al camping unas horas después que nosotros y se fueron una media hora mas tarde, los encontramos justo cuando salíamos a la ruta luego de cargar nafta, ellos a punto de hacer lo mismo. Así íbamos a cruzarlos en casi todas las estaciones de servicio, siempre nosotros un paso adelante, lo que mantenía una sonrisa en la cara de Aye para quien estos ingleses ahora eran su enemigo número uno, no nos tenían que pasar!
Playa de Rada Tilly |
Comandante Luis Piedrabuena
Al llegar a Puerto San Julián, destino propuesto para esa noche, preguntamos por un lugar para acampar. El playero nos dijo que efectivamente había un camping allí, pero que mucho mejor era la Isla Pavón unos 150 Km. mas adelante, que otro clima, que mas verde, y mirando alrededor no era muy difícil que otro lugar sea mas verde, así es que seguimos viaje. Al salir a la ruta de nuevo vimos a los ingleses llegar. Siempre un paso adelante.
La Isla Pavón era de hecho un lugar mucho mas pintoresco que San Julián, el inconveniente es que llegamos un fin de semana y había mucha gente. Quilombo de chicos, muchos chicos, música fuerte, y si bien había uno que ponía La Renga o el Indio Solari, no había caso, la cumbia siempre lo tapaba. Cumbia, hasta las 2 de la mañana.
Fue aqui cuando sucedió, sin mayores preámbulos, que pinché el colchón. Sí señores, y no fue una espina, una aguja o chiquilinadas semejantes, no, yo le clavé un cierre, un tajo de un centímetro se abrió cuando me senté a lo bestia y el cierre de un bolsillo trasero de mi pantalón, que otras veces había caído de igual manera pero nos había perdonado la vida, esta vez no la dejó pasar y se hundió en el colchón inflable. Yo cansado de haber hecho casi 600 Km., de bancar la música y los pendejos, me sentía el mas boludo mandándome ese moco. "Bebé.. pinché el colchón" le dije a Aye en una mezcla fifty-fifty de incredulidad y bronca, y encima sin pegamento para poner el parche! Usamos lo que había, y lo que había era poxipol, que aunque yo le tenía poca fé, aguantó esa noche y un par mas hasta que conseguimos pegar bien ese parche. De ahí en mas, pantalón abajo antes de entrar a la carpa, lo siento mucho señores vecinos.
Estaría bueno encontrar el blog gemelo, a ver como es la historia del enemigo de su lado. Me imagino algo como: "... and there they were, the black riders at the service station before us again... how I hate them..."
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